Louboutin insiste en acabar con el color 'nude'... tal y como lo conocemos
La firma francesa presenta una nueva colección que expande las declinaciones del color piel para incluir a todas las razas
El fetichismo de Christian Louboutinpor los colores no se limita al rojo, ese que identifica a sus famosas suelas y que le ha llevado a más de una batalla judicial con otras firmas. De un tiempo a esta parte, el nude se ha convertido en el centro de su obsesión, pero por una razón menos corporativa y más social: el objetivo de actualizar el "color carne" en pro de la diversidad racial. Y es que, entonando el mea culpa como periodistas de moda, la industria ha generalizado la palabra nude para describir ese tono cercano a la piel... caucásica. "El nude no es un color, es un concepto", defiende el diseñador francés.
Louboutin, que tiene ascendencia camerunesa, se suma a esta reivindicación con unas colecciones de zapatos que amplían las declinaciones del tono piel para representar a todas las razas. Lo hizo por primera vez en 2013, siendo una de las casas pioneras en estas lindes. Empezó con cinco tonos, hoy acoge dos más, y presenta nuevos modelos: las sandalias Christeriva, con lazos (en la imagen superior), y las Cherrysandal, con pulsera y plataforma. Y la tendencia –en su sentido más estrictamente sociológico– está al alza: las firmas de lencería Björn Borg, de origen sueco, y la londinense Nubian Skin incluyen una gran gama de tonos piel en su ropa íntima.
Donde algunos verán una trivialidad –revisar un término de moda– se trata, en realidad, de la revisión de lo que es un claro reflejo de una tradición e historia racista en la sociedad y, por ende, en esta industria. Si tiramos del hilo, se plasma también en la casi ausencia de grandes insiders de origen afroamericano. Algo está cambiando: ahora, además de André Leon Talley, exeditor de la edición estadounidense de esta casa, tenemos a Edward Enninful, recientemente nombrado nuevo director del Vogue británico. Lo mismo sucede entre diseñadores. Los modistas negros o mulatos en las altas esferas son una minoría, aunque empiezan a salir nombres: Carly Cushnie, la mitad de la firma Cushnie et Ochs; Ozwald Boateng, considerado el mejor sastre del siglo XXI, o Maxwell Osborne, el 50% de Public School, los reyes del athleisure en Brooklyn.

Otro asunto: la todavía escasa presencia de modelos de razas diferentes a la caucásica en los desfiles. Cierto es que las modelos de origen asiático van ganando posiciones, pero la razón de este avance, por norma general, pasa por el interés de las grandes firmas en su mercado. En cuanto a las maniquíes negras, la actual revolución dominicana que viven las pasarelas es una muestra de que algo se está haciendo bien. Lineisy Montero, Hiandra Martínez, Richie Beras o Elibeidy se hacen los mejores desfiles y campañas. Todas coinciden en mencionar a otras modelos como Iman –con una marca cosmética especializada en pieles negras que es ya un negocio millonario– y Naomi Campbell o a las cantantes Beyoncé y Rihanna como su gran inspiración.
Pero el esfuerzo por agitar la industria y replantear el uso de la palabra nude no se ha gestado solo de arriba (las grandes firmas) hacia abajo (la calle): gracias a proyectos independientes ha sido posible y hoy el movimiento es una realidad y, con él, la toma de conciencia. Es el caso de la artista Angélica Dass, de origen brasileño pero afincada en España, que desde hace cinco años tiene en marcha –y constante crecimiento– el proyecto Humanae, por el que retrata a personas de todas las nacionalidades, razas y orígenes para acompañar su fotografía con su correspondiente tono de Pantone, según su tonalidad de piel. Seguro que, poco a poco, nos pensamos dos veces el empleo de la palabra nude. ¿Qué hacemos entonces? Las opciones son infinitas: marrón claro, marrón oscuro, marrón oscuro casi negro...
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